Acerca de Dios, la verdad y mi debilidad

Sobre Dios

Me han acusado de ateo, de agnóstico e incluso hereje. Pero quizás ni cerca estoy de todo aquello porque estoy junto a Dios y tal vez el más sincero.

Aquel Dios que no veo, no huelo, no toco e incluso no siento. Aquel Dios que no es nada, no tiene atributos ni carácter. Aquel Dios imposible de entender. Es un Dios al cual nada puedo pedir ni nada puedo esperar…

No es el Dios útil de todos, aquel que sirve para algo. Es el Dios “no disponible”, el cual sirve para nada pero sin el cual no puedo construir y quedo en nada.

Sobre la Verdad

Mucho he leído, visto y escuchado. Desde los más encumbrados filósofos antiguos hasta los científicos de más alta alcurnia, sin embargo, nada de eso me ha bastado. Me ha apenado y me ha decepcionado, pero solo hasta que subo hasta la cumbre más alta del cerro más cercano.

Es ahí donde descubro que si en nada creo no significa que muero, porque sí tengo fe en lo único que siento como verdad: lo que siento. Aquellas cosas que viajan eterna o fugazmente dentro de mi alma y cuerpo, ésas que me mueven ante la vida, eso que llamo sentimientos. Aquello que me da la vida y se transforma siempre en mi más íntima y heroica verdad.

Y sobre mi debilidad: la felicidad

Me deja a veces sin rumbo… Me golpea siempre con su placébica sensación… Me engaña frecuentemente con su dulce armonía… pero sin embargo me retrasa, me ciega, me enloquece y me debilita.

Es mi meta, mi obsesión y mi simple deseo. Un destino que, sin embargo, no tiene caminos. Un lugar inexistente, simple y final donde no se llega con traje, autos ni vuelos. Un lugar escondido sin camino a él… sin senderos y en donde falta quizás cuanto por avanzar…

El lugar donde no se planifica llegar… solo se llega. La única forma sincera es hacerlo sin mirar atrás, es más, se hace incluso sin mirar. Se hace sin las cosas que la lógica y la historia nos han hecho creer, se hace... no sé cómo… pero quizás tras una sonrisa puede estar…